Autoinducción

Las bobinas son componentes electrónicos que han leído un libro de Jim Camp, llamado "De entrada, diga no." (es uno de esos de lomo amarillo).

No es de extrañar que se asemejen a un muelle, pues su comportamiento electrónico es parecido al de un resorte: Si situamos un muelle perpendicular a una mesa y lo presionamos, éste tiende a rechazar la fuerza ejercida, en dirección opuesta y magnitud inferior al estímulo.


Las bobinas tienen algo más de salero, y lo que hacen es responder en contra del estímulo de forma proporcional a la variación de éste. Es decir:

- si se les inyecta una corriente constante, pasan de todo.
- si se les inyecta una corriente creciente, generan una tensión que se opone a dicho crecimiento,
- si dada una corriente inicial, ésta se reduce, generan una tensión que propicia su crecimiento.

Basicamente, se oponen a todo lo que se les propone, pero de forma honrada. Si les damos más trabajo se resisten, pero si se lo quitamos piden más.

Me gusta trabajar con gente autoinductiva.

"Revolverse" ante un aumento creciente de cantidad de trabajo es natural y sano. Peor es tragar y tragar hasta explotar. Quien notifica dicha situación proporciona señales a su gestor, que deberá escucharle y saber ajustar la carga hasta niveles altos pero compatibles con el desarrollo sostenible.

No obstante, a la gente autoinductiva no se identifica por avisar de que está alcanzando altas cotas de actividad. Esta es una práctica común. Lo difícil de encontrar es aquél al que, ante una bajada de actividad, es capaz de reclamar más.

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