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El corral, aseao.

Estamos de enhorabuena. Hace unas semanas cegamos uno de los agujeros que perforaba una de las lonchas de nuestro “queso suizo”.  James Reason escribió en 1997 “Managing the Risks of Organizational Accidents”, un libro “dirigido a la gente real” (sic), en concreto a lectores no tanto del campo de los factores humanos sino más bien de corte técnico, cuya actividad diaria fuese pensar sobre, gestionar, o regular los riesgos de tecnologías peligrosas. A Reason se le atribuye el “modelo del queso suizo”, que ha proporcionado una muy eficaz metáfora a profanos y profesionales, capaz de ilustrar con sencillez en qué modo los riesgos puede dar lugar a accidentes si los fallos en las defensas previstas para evitarlos se alinean generando una oportunidad para materializar la llamada “trayectoria de error”.  Las defensas son las densas lonchas de queso, y los agujeros sus permeables imperfecciones, límites o incorrecta gestión/aplicación. La alineación de estos últimos genera un túnel a tra

Entusiasmo

Sé lo que es, pero me cuesta describirlo con precisión. Así las cosas, me he encomendado al diccionario online de la RAE a ver si las definiciones establecidas en tiempo pasado me permiten acotar, ahora, lo que deberé entender y retener para más tarde, de tal forma que pueda mantener vivo eso que intuyo cabalga a horcajadas entre un puro, fugaz y espontáneo visible estado de ánimo, y una discreta actitud de sabiduría, controlada y duradera, que guíe el ejercicio de las responsabilidades sobre el ámbito de control que cada uno nos hemos dado o nos ha tocado abarcar. De las cuatro acepciones que del término “entusiasmo” ofrece hoy el Diccionario, tres versan sobre la mística o la religión. Escojo la que queda: “Exaltación y fogosidad del ánimo, excitado por algo que lo admire o cautive.” ¿Fogosidad? “Ardimiento y viveza excesiva”. El epíteto “excesivo” me hace sonreír. Sigamos: “Ardimiento”. Además de su acepción directa relacionada con la combustión, introduce matices muy interesantes c

En casa de la herrera, cuchillo de plata

Hace unos días tuve una conmovedora conversación con un compañero y amigo al que conozco muy bien, pues ha querido el azar que desde hace más de 10 años nos hayamos visto recorriendo los mismos destinos a pesar de que la movilidad asociada a nuestro oficio bien podría habernos dispersado por la geografía desde muy pronto. Inteligente calibre filósofo, es culto y abraza múltiples ámbitos del saber, desde la Ciencia hasta las Artes y la economía. Lo considero un discutidor profesional, adora el debate y es capaz de enredarse por puro placer con cualquier tema para exasperación de sus interlocutores, eso sí, siempre guardando una admirable y exquisita compostura. Aun así, nunca antes lo había visto cruzar la frontera que supone afirmar que las mujeres en África paren sin dolor y sin problemas. No fue en esta ocasión una impertinente maniobra de regateo. Lo dijo en serio. Lo sé, entre otras cosas, porque hasta entonces jamás se había situado a sí mismo en un plano ético degradado para reba

Da, sin esperar nada a cambio

Dependiendo de tus reflejos, de tu estado fundamental, habrás interpretado una cosa o la contraria al leer este impertinente slogan. Nos detendremos otro día en el asunto de los reflejos, hoy me interesa mucho más el binomio esfuerzo-resarcimiento. Exploremos el universo de posibilidades. En un primer momento, este enunciado puede tufar a leitmotiv de un adicto al trabajo que persigue la consagración en la entrega a su actividad profesional ¿verdad? A fin de cuentas, qué puede esperarse del diario de un Jefe Novato que no sea servir de soporte para la difusión de reflexiones necesariamente sospechosas de incondicional “actitud proempresa”. Bien, concedo que es una forma de verlo. Ya que estamos, podemos enfocarlo incluso con mayor dramatismo, interpretándolo como la forma de genuina abnegación característica del derrotado, que ha hecho votos de sufrimiento irrevocables para sobrellevar una existencia laboral y personal que se le ha escapado de las manos hasta el punto de no saber ya si

TU MISIÓN EN LA VIDA

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Como lo lees. Así, directamente. Sin paños ni anestesia. Revelarte cuál es tu misión en TU vida es seguramente la exigencia mínima que debo satisfacer si pretendo despertar un mínimo interés tras doce años de honesto silencio. No creo que tus expectativas estén por debajo de este umbral. Y no quiero defraudarte. Debes saber desde ya que, efectivamente, en estas líneas te voy a desvelar hoy la respuesta a esta trascendental cuestión, cuya vigencia se remonta al momento en el que la mente del Hombre superó el nivel de inteligencia necesario para empezar a "incomprenderlo" todo. Pero no te asustes. No. No me he hecho místico durante esta larga pausa, ni profeso nuevos o viejos dogmas. Sigo sin leer los horóscopos y desde luego ni me he apuntado a sesiones de mindfulness ni pienso hacerlo. Eso sí, mi mind está full porque desde que he vuelto al mundo de la Gestión se agolpan ya en mi “libreta de ideas clave” una treintena de temas con los que dar continuidad a este Blog qu

Nuevos vientos

Hace tiempo que no escribo en este blog. La razón es muy sencilla: he cambiado de profesión y me he tomado un respiro. Desde muy joven he tenido la manía de intentar visualizar mi propio futuro a muchos años vista, una práctica tan aparentemente estúpida como sorprendentemente condicionadora. Otear el horizonte a muchas millas de la costa no sirve estrictamente para nada, o quizás tan sólo para no ver costa alguna, una situación poco alentadora. Pero horizonte geográfico y futuro temporal son animalitos de distinta naturaleza. Colón, por mucho empeño que pusiera, que lo deseara, que elucubrase, o que meditase durante su travesía, buscaba las Indias y se topó con otra cosa.  Sin embargo, el futuro no está ahí esperando a que nos lo encontremos, en buena medida lo fabricamos. Cuantas más vueltas le damos, más lo forjamos. De hecho, este proceso de diseño puede ser hasta inconsciente: a veces me he encontrado diarios escritos muchos años atrás, y cuál ha sido mi sorpresa al verificar q

Religión y CheeseBurger: De la razón al dogma

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Hace unas semanas tuve que desplazarme a EEUU por motivos laborales. Allí pasé varios días disfrutando de mi trabajo: visitando clientes, observando el entorno al desplazarme en coche, y conversando con mi contacto allí, tanto del trabajo como de la vida. Durante  mi estancia, tuve ocasión de probar distintos tipos de comida originarios de multitud de regiones del mundo: en Nueva York, repetir algo dos veces es del género absurdo dada la variedad de opciones a las que se tiene acceso. Al cabo de pocos días, caí en la cuenta de que comiésemos chino, japonés, italiano o mejicano, tanto los locales como las cocinas estaban regentados por miembros de una misma y única comunidad religiosa, a la que pertenece mi colega "indígena". Como no podía ser de otro modo, ardía en deseos de averiguar a qué se debía la nula diversidad en lo que a la gestión de los restaurantes concernía: mi colega, judío, sólo puede ingerir comida kosher .  En términos del siglo XXI (según el calendario más u