Ni una pregunta sin propuesta

Cuando se produce una nueva incorporación a un puesto de trabajo, es habitual que el recién llegado pase por varias fases. Por mi experiencia, si todo va bien, son estas:

No osa preguntar: Por temor a molestar o a que los que le rodean se den cuenta de lo evidente (que no tiene ni idea), el nuevo no pregunta. Esta fase debe reducirse al mínimo o evitarse totalmente, pues no aporta valor.

Pregunta: Roto el hielo o apercibido por su responsable que detecta un impasse, la persona empieza a preguntarlo todo. En este momento, el equipo de trabajo se beneficia mutuamente. Por un lado, el nuevo aprende. Por otro, los demás deben razonar muchos 'actos de fe', identificando en muchos casos lagunas de conocimiento o detectando errores de procedimiento que de no ser cuestionados por alguien recién llegado quedarían asumidos como correctos.
Esta fase es interesante porque con las preguntas que el nuevo formula, los demás pueden percibir cuál es su grado de madurez en el puesto de trabajo. Se puede ver si avanza o si se queda estancado en algún momento.
Sin embargo, un trabajador puede acomodarse aquí, obteniendo respuestas de los demás en lugar de generar sus propias soluciones para sí y para los que le rodean.

Propone: En lugar de preguntar y esperar una respuesta, plantea correctamente el problema, propone dos o tres posibles respuestas y solicita asesoramiento para escoger la mejor de entre las alternativas que ha generado autónomamente.

Esta fase puede llegar de forma espontánea. También puede ocurrir que la persona en esta situación se acomode, bien delegando horizontalmente (a sus compañeros), bien hacia arriba (pecado capital, por demostrar incompetencia a su jefe). En estos dos casos, el responsable debe motivar un cambio hacia la cuarta y última fase.

No necesita preguntar: Constituye el régimen permanente. No obstante, la ausencia de la necesidad de consultar cada paso no debe significar ni el aislamiento autónomo de la persona ni dejar de rendir cuentas regularmente a sus superiores.
Aunque el trabajador sea totalmente autónomo, siempre debe estar en contacto con su entorno y tomar decisiones contando con la opinión de sus colegas. Con la experiencia, las consultas se reducirán a aquellas ocasiones en las que el asunto merezca disponer de tiempo ajeno.

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