Todo es imposible... hasta que alguien lo hace

Una de las cosas que he aprendido en estos años de trabajo es que una cosa es la realidad física de las cosas, y otra muy distinta la realidad forjada por los homos sapiens sapiens.

No son pocas las ocasiones en las que se solicita algo a terceros o se propone alguna idea, y la persona potencialmente al cargo ha argumentado amargamente por activa y por pasiva que aquello es imposible. Hasta que ha llegado otro y lo ha hecho.

¿Por qué ocurre esto? En algunas ocasiones, el conocimiento profundo de una materia juega a la contra, propiciando puntos de vista sofisticados para tratar cuestiones banales. Sin embargo, en la mayoría de los casos, la negativa es cuestión de actitud acomodada y falta de voluntad. Hay quien es "echao p'alante" y se lo ve todo hecho, y otros a los que se les hace todo una montaña.

La posibilidad de que un proyecto se materialice depende en primera instancia de que la gente quiera acometerlo, no de su aparente dificultad. ¿Hubieramos llegado a la Luna en caso contrario? ¿Existiría la aviación comercial?

¿Cómo se gestiona entonces este tipo de negativas? Hay varios métodos:
  1. Preguntar a todos hasta que alguien dice que sí es posible. Aquí hay que luchar a veces contra el corporativismo, aunque siempre se encuentra un alma luminosa que brilla con fuerza en la oscuridad. Hay más gente brillante de la que se deja ver por sí sola, a veces hay que frotar la lámpara mágica para sacarle brillo y liberar al genio que contiene.
  2. A la hora de formar equipo, hay que rodeárse de gente creativa, emprendedora, con ilusión, que le resulte excitante conseguir lo imposible. Cuanto más dificil más divertido.
  3. Motivando al éxito, induciendo fuerzas e ignorando los errores. Siempre se equivoca el que lo intenta. Si lo castigas, ¿lo volverá a intentar?
  4. En casos extremos, sustituyendo elementos paralizantes por caracteres agilizantes. Es doloroso, pero necesario y liberador.

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