Los tres pilares de un jefe

Todo lo que aquí escribo no es fruto de razonamientos profundos, sesudos y personales. ¡Más bien lo contrario! Son relatos de experiencias de trabajo que no existirían sin vivir en un cierto entorno y además elucubrar regularmente sobre temas diversos con aquellos a los que me gusta escuchar.

Hoy precisamente discutía con un amigo cuáles son los ingredientes necesarios para hacer un jefe efectivo, no forzosamente bueno, pero que consigue las cosas de forma óptima y sin pasar como un elefante por una cacharrería. Hago este matiz porque voy a obviar en este post el glamour ese del Liderazgo con el que se embadurna a la figura del jefe alto y guapo en la literatura de lomo amarillo.

Aquí hablo de un jefe llano, convencional, con sus cositas buenas y malas, desplumado de velours y del carisma fascinante ese que describen los libritos amarillos. Es más, voy a justificar que los brillos celestiales sin chicha dentro valen para poco.

Veamos primero a qué me refiero con "un jefe efectivo". Un jefe existe porque dirige gente con un objetivo: Dar un servicio, crear un producto, volar un puente o robar un banco. (Todos ellos requieren de un plan).

Todo proyecto debe dividirse en tareas pequeñitas, y dar con la combinación mágica en su orden de ejecución para conseguir completar el trabajo en el menor tiempo y con el menor coste. Por lo tanto, un jefe será tanto más efectivo cuanta mejor combinación de coste y tiempo consiga (a los ojos de su jefe, claro está).

Para realizar esa división de tareas (1) que debe acometer el equipo, debe jugarse un tira y afloja entre organizador y organizados: El que tiene que ejecutar la tarea pedirá más tiempo, y el que manda exigirá menos. Para que se alcance un equilibrio, el que pone las fechas deberá conocer cuánto cuesta hacer las cosas (2), de modo que ni le tomen el pelo, ni edifique el autodescrédito imponiendo metas absurdas. Para eso, es fundamental tener experiencia en la materia tratada.
En esa negociación hace falta además, conocer el medio ambiente (3), es decir, las personas y la cultura de la empresa en la que se desarrolla el trabajo. No será lo mismo tratar con agentes de bolsa que con ingenieros u operarios en una cadena de producción, coordinar en un taller familiar o en una gran consultora.

En resumen, un jefe efectivo (que logre objetivos en el menor tiempo y coste posibles), debe (1) tener conocimientos de gestión de proyectos, (2) conocer la materia que se gestiona y (3) la psicología del entorno.

No funcionan (de la noche a la mañana):
  1. Expertos con gran conocimiento técnico (2) que pasan de saber hacer las cosas a hacer que otros las hagan sin formarse previamente en gestión (1), o que les guste más las maquinitas que las personas (3). Probablemente se dediquen a meter las narices en el trabajo de su equipo y lse cueste delegar.

  2. Expertos en gestión (1) que dominan profundamente el conocimiento técnico de una materia (2) pero no saben negociar con las personas (3). Encabronan a la gente, entre otras cosas por ir dando lecciones ex-cátedra.

  3. Gestores que cambian de sector y de la noche a la mañana pretendan hacer madalenas como antes hacían sombreros. Fallan en el punto (2), no conocen lo que gestionan y son incapaces de tomar decisiones. Al no poder desequilibrar los empates de opinion de sus equipos delegan hacia arriba (pecado capital).

  4. Gestores que, rodeados de un áurea divina (líderes del lomo amarillo) y pródigos en grandes palabras e ideas abstractas que aprendieron en un mñaster, se pasan el día hablando de canutos sin habe hecho una 'o' en su vida. Vamos, ¿quién confía en un político?

Comentarios

lafargue ha dicho que…
Yo vivo oprimido por la tiranía del caso 1 :(

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