Last Come First Served

Expresábamos con anterioridad la necesidad de ser dueño del tiempo propio para tener la oportunidad de gestionarlo, con el fin de obtener de él el máximo partido.

Decíamos entonces que para lograr "tener tiempo", uno debe reservarse parte del horario de tal forma que nadie pueda interrumpir su actividad. La parte restante debe dedicarse al público, pues atender a los demás es parte esencial de cualquier trabajo. Este post está dedicado al horario de ventanilla abierta.

Observo atónito diariamente cómo muchos de los que me rodean gestionan terriblemente mal las comunicaciones con sus semejantes homos sapiens sapiens. Algunos no tienen claras las prioridades, otros sencillamente carecen de educación.

Muchos de mis interlocutores tienen un esquema de prioridades totalmente errático a la hora de atender a las personas. ¿Cuántas veces habré vivido ya cómo se aborta una conversación cara a cara cuando a mi interlocutor le suena el teléfono móvil o el fijo?
Es normal que ante una llamada de un superior, o si estamos esperando una noticia crítica de otra persona interrumpamos una conversación con quien estamos hablando para dar paso a algo más prioritario. Sin embargo, el concederle al teléfono la prioridad absoluta por sistema es un grave error de reflejos. ¿Es posible resistirse a un teléfono que suena y suena? ¿Qué será qué será qué será? Probablemente será una chorrada, como en el 90% de las ocasiones.

La tecnología ha puesto en nuestras manos aplicaciones que fomentan la interrupción con gran pompa. Otro ejemplo es el acorde celestial que se escucha cuando llega un correo electrónico, que acompañado de un cuadro de texto abajo a la derecha de la pantalla atrae nuestra atención despistándonos de nuestro trabajo. ¿Quién resiste leer ese correo que acaba de entrar anunciado por una música fantástica y un cuadrito de texto abajo a la derecha? ¡Por Dios desactiva las alertas!

Por otra parte está la falta de educación o consideración hacia los que nos rodean.
¿Cuántas veces habré estado hablando en mi despacho con alguien, y el primero que ha pasado por la puerta ha entrado, interrumpido, y comenzado una conversación sobre cualquier cosa que evidentemente le urge, pero a él/ella sólo/sola? Increiblemente, he llegado a ver anidaciones triples de este fenómeno: Uno sentado delante de mí, otro llega e interrumpe, a su vez aparece otro por detrás e interrumpe al último.

Pero no queda ahí la cosa. Algunas tardes en las que me he encerrado en mi despacho para lograr mayor concentración, alguien ha llamado a mi puerta insistentemente. Al no abrir, ha llamado más y más, y viendo que no pensaba atenderle, ley Corcuera: ha empujado la puerta hasta reventar el pestillo. Le ha faltado darme una paliza. Sencillamente, delirante.

En mi opinión, este es un problema cultural. Si somos cándidos y sosegados, diré que no me refiero a nivel de alfabetización de las personas, sino a una combinación de nuestra cultura regional y la cultura específica de la empresa. En realidad, es una flagrante falta de valores.

Descuelga el teléfono fijo cuando alguien vaya a hablar contigo a tu despacho. Si suena el móvil, corta la llamada. La persona que se ha tomado la molestia en acudir hasta tu oficina merece todo nuestro interés: Escucha activamente, apártate del teclado de tu ordenador.

Además, para evitar la irrupción de aquellos para los que el fin justifica los medios, cierra la puerta mientras atiendes a tu visitante. No admitas atropellos. Exige respeto hacia tu privacidad y por la persona que estás atendiendo.

No seas complice del Last In First Out, practica duro el First In First Out.

Comentarios

Kiiro ha dicho que…
Perdona que te moleste...

Sé que había prometido dejarte descansar...


Pero tengo que decirte que...


Felicidades!!!!

(Buen viaje)

PS. Te llamo a la vuelta

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