Nuevos vientos
Hace tiempo que no escribo en este blog. La razón es muy sencilla: he cambiado de profesión y me he tomado un respiro.
Desde muy joven he tenido la manía de intentar visualizar mi propio futuro a muchos años vista, una práctica tan aparentemente estúpida como sorprendentemente condicionadora. Otear el horizonte a muchas millas de la costa no sirve estrictamente para nada, o quizás tan sólo para no ver costa alguna, una situación poco alentadora.
Pero horizonte geográfico y futuro temporal son animalitos de distinta naturaleza. Colón, por mucho empeño que pusiera, que lo deseara, que elucubrase, o que meditase durante su travesía, buscaba las Indias y se topó con otra cosa.
Sin embargo, el futuro no está ahí esperando a que nos lo encontremos, en buena medida lo fabricamos. Cuantas más vueltas le damos, más lo forjamos. De hecho, este proceso de diseño puede ser hasta inconsciente: a veces me he encontrado diarios escritos muchos años atrás, y cuál ha sido mi sorpresa al verificar que la progresión a lo largo de los años ha guardado un gran paralelismo con lo escrito, aunque ya no recordara ni qué ni cuando lo había inmortalizado.
Cuando era más joven, escudriñar el futuro sólo me proporcionaba algunas nieblas. Sabía lo que me gustaría vivir, pero en general se me antojaba inalcanzable. Sin embargo, había ciertas cosas que sí veía con claridad: cómo no quería que fuese ese devenir desconocido que ya estaba en la incubadora.
He cambiado de profesión porque me gusta pensar que cuando mire hacia atrás, dentro de muchos años, veré una vida repleta de experiencias diversas. Si hay algo que no concibo es hacer lo mismo todos los días de aquí hasta entonces, por muy grato que resulte.
Apearse de un buen tren por propia iniciativa es extremadamente dificil, pero supone un reto, y el reto es lo que despierta el impulso vital. Después de un pequeño respiro, vuelvo aquí para seguir ejercitándome en el reto de reflexión que este diario me supone.
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